estaba estupefacto por lo que me producía la sangre al verla, no era común, para los demás eran cosas asquerosas para mi era algo tentador y delicioso, el cuerpo destrozado tirado en el piso hacia que mi interés se despertara mas y que ese sabor en mi boca se hiciera cada ves mas insoportable, necesitaba saborear sangre, entonces llegue a mi casa y me lacere en un brazo, ese sabor me encanto, ya lo otro fue de no controlarse, cuando empece a asesinar no lo hacia por la muerte en si sino por el sabor de su sangre en mi boca, por ese sabor a hierro que me encantaba y que de alguna forma se convirtió en el único sabor que reconocía en el mundo. La primera "victima" fue la vieja de la esquina, siempre me había atraído el olor que emanaba su casa, entonces en un momento de desesperación llegue a su puerta y toque, cuando la vieja abrió la empuje, con eso basto, ella débil por su edad se fue fácilmente hacia atrás y cayo golpeándose la cabeza contra un viejo mueble. Cuando probé su sangre casi vomito pues me pareció agria e insípida, pero algo hizo que no parara de alimentarme (por así decirlo) hasta que solo quedo una bola de carne. En ese momento salí corriendo con el corazón agitado, esperando que alguien me persiguiera o me gritara algo, pero no fue así, NADIE ME HABÍA VISTO. Al siguiente día escuche el rumor que un animal extraño había asesinado a la vieja de la esquina, que le había mordido su cabeza (al ella caer contra su silla no vi que habían dos salientes como colmillos de fiera) y después le había desgarrado el estomago (esa herida se la produje con mi navaja, buscando el mejor lugar para encontrar suficiente sangre para beber), las personas en mi barrio estaban aterrados, tomaron medidas desesperadas en contra de las fieras, en mi casa se sello todo con trampas, hierros y elementos que harían que hasta el animal mas peligroso sucumbiera ante tal armamento. Uno de esos pedazos de hierro me dieron la idea para construir mi letal arma, era fácil, un animal salvaje era lo que atacaba, pues en eso me convertiría, primero necesitaba un arma contundente, pero como no conocía nada parecido a los colmillos de un animal, me invente un mecanismo certero y practico con el cual no quedarían dudas que fue un animal quien ataco. Era sencillo, a una barra gruesa pero liviana de metal adherí colmillos de animal, en un principio no sabia que animales, solo que son fáciles de adquirir, con mi fuerza y los colmillos haría una herida en el cráneo que bastaría para asesinar a mis "victimas". el mecanismo era fácil de usar, pero por ahora era una teoría ya que aun no sentía deseos de "alimentarme" nuevamente, así paso casi un mes. Al principio pensé que había sido algo momentáneo (que lejos estaba de la verdad) pues ya con solo ver sangre me daban ganas de vomitar, pero como ya lo dije era una bestia salvaje, aun satisfecha con su ultima caza. Cierto día desperté temprano con mucha hambre, baje a la cocina y comí todo lo que había, pero aun tenia hambre, entonces abrí la nevera y vi un poco de sangre de la carne que se compraba para nuestros alimentos, algo en mi se movió, primero metí el dedo, la observe casi ingenuamente, después me lamí el dedo, esa era la señal y mi cuerpo así lo entendió, pues la ansiedad se calmo un poco, esa noche tenia que cazar todo ya estaba dicho. Ese día paso lento y aburrido porque yo deseaba la noche. Por fin llego, y después de la cena en mi hogar fingí sueño y pedí permiso de dormir donde un amigo, salí de mi casa con mi maleta de viaje, mi padre me pregunto sobre ella y yo solo le dije que llevaba unos libros que mi amigo me presto y mis cosas personales, no hubo mas preguntas, me dirigí evidentemente a la casa dicha, ya allí mi padre llamo y pregunto por mi y al coger la bocina quedo tranquilo. En aquella casa se acostaban temprano (yo lo sabia y por eso elegí aquella dirección) y esa noche no fue la excepción. Cuando ya todos dormían a eso de las 10:30 saque mi arma y salí por la ventana asegurándome de dejarla abierta. Camine por la ciudad buscando un lugar lejano al barrio, pues temía ser reconocido, y al pasar viejo parque la vi, era una hermosa joven que estaba llorando en una vieja silla, su rostro era hermoso, pero al sentirse observada lo cubrió con sus manos, lo que facilito todo. Seguí caminando como si nada, pero al ver que ella ahora estaba agachada y con las manos aun cubriéndose los ojos me desvié y llegue por su espalda, estaba tan acongojada que no me sintió, fue fácil y limpio, con un solo golpe seco ella cayó y no lloro mas, al mirar su pulso me di cuenta que estaba muerta tal cual yo quería, le quite su blusa rápidamente y por algo de interés también su sostén, tenia unos senos hermosos, que lastima, en otra ocasión hubiese sido mi novia... Saque mi navaja y de un solo movimiento desgarre su estomago y bebí su sangre, esta ya no era insípida, sino deliciosa y suave, entonces lo entendí me había enamorado de la joven que acababa de asesinar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario